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La actividad física tiene una incidencia directa sobre el tejido óseo a través de las tensiones provocadas en el hueso durante la realización de la práctica física. A medida que existe presencia de carga mecánica el hueso se hipertrofia. Para que haya crecimiento del hueso es necesario niveles adecuados de ingesta de calcio así como de Vitamina D. El 99% de las reservas de calcio del cuerpo se concentran en los huesos. El calcio se acumula en el esqueleto durante el período de crecimiento y maduración, hasta que el individuo tiene poco más de 20 años, sin embargo continua su absorción hasta aproximadamente los 30, sobre todo en las mujeres antes de ingresar a la menopausia. En la adolescencia y las primeras etapas de la adultez se debe aprovechar aumentar al máximo la masa ósea para prevenir su pérdida en los años futuros. Esto es crucial para reducir el riesgo de padecer osteoporosis.
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